La tradición popular habla maravillas de los mariscos y moluscos nada nuevo podemos decir de la fama de estos alimentos como afrodisíaco, en muchas partes del mundo se le llama al órgano femenino concha, en alusión a las ostras abiertas que muestran su carne jugosa, en la cocina afrodisíaca occidental las ostras y la champaña son ingredientes míticos para el amor, Casanova seducía a sus amantes, ofreciéndoles las ostras desde y en su propia boca.
Aunque también las almejas o los camarones gozan de una incitante fama. Tal vez por su alto contenido en minerales, los mariscos y moluscos favorecen la estimulación de las capacidades físicas y mentales. Notándose un efecto mayor si se comen crudas como las ostras frescas que comemos a la orilla de la playa y que pueden excitar a quien las ingiera.
Aunque también las almejas o los camarones gozan de una incitante fama. Tal vez por su alto contenido en minerales, los mariscos y moluscos favorecen la estimulación de las capacidades físicas y mentales. Notándose un efecto mayor si se comen crudas como las ostras frescas que comemos a la orilla de la playa y que pueden excitar a quien las ingiera.
Desde la antigüedad los afrodisíacos se han relacionado con los productos marinos, quizás por asociación con Afrodita, símbolo de lo sensual, erótico y placentero, y de la imagen que tenemos de ella naciendo de la espuma del mar, dentro de una concha y quizás por eso los moluscos y crustáceos del mar se consideran lo mejor como afrodisíacos, especialmente como ya hemos dicho las ostras, que nos hacen evocar el sexo femenino.
Las almejas y los mejillones pueden comerse crudos bañados con limón o bien cocinados. Los camarones, langostino, cangrejo y otros crustáceos tienen de un sabor delicioso, totalmente afrodisíacos, y se comen cocidos ligeramente. Son los mariscos los afrodisíacos por antonomasia, por la similitud evocadora que con el olor, la textura y sabor de los órganos genitales.
Los crustáceos y moluscos, componen el variadísimo grupo de los mariscos, apreciados por su incomparable sabor, apreciado desde la prehistoria y que aportan proteínas de alto valor.
Langostinos en ali-oli
Ingredientes
24 langostinos
½ vaso de aceite de girasol
10 dientes de ajo
1 limón
1 vaso de aceite de oliva
Pimentón , laurel, sal
Preparación
De origen español, la salsa alioli sirve para dar su sabor a muchos ingredientes.
Pele los dientes de ajo, macháquelos en una mortero con una pizca de sal hasta convertirlos en una pasta, añada el aceite de oliva, en un hilo, sin dejar de remover con el mazo del mortero siempre en la misma dirección.
Cuando la salsa tenga el color y la consistencia parecida a una mayonesa, agregue el zumo de medio limón y rectifique la sal.
Leve los langostinos y elimine las cabezas, séquelos y reserve.
Fría en una sartén tres dientes de ajo con el aceite de girasol, una hoja de laurel y una cucharadita de pimentón.
Cuando el ajo comience a dorar, añada los langostinos y cocínelos a fuego fuerte para que el caparazón se tueste.
Bañe con el zumo del otro medio limón.
Sirva en una fuente sobre hojas de lechuga fresca y acompañe con la salsa alioli.
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